A mí me iniciaron las abuelas,
la materna a coser, mi bisabuela materna a bordar, mi abuela paterna a tejer.
Desde pequeñita confeccionaba juguetes para mis juguetes. A partir entonces
comencé a desarrollar la habilidad para transformar la materia. A descubrir las
posibilidades de la expresión de mi ser, mi forma de ver la vida, de expresarle
a quienes me rodeaban qué tan importantes eran en mi vida.
En México, en Xochimilco, se
regala una última muñeca en sus quince años a las jóvenes para marcar su
transición de niña a mujer, además de cambiarle de zapatos planos a zapatillas,
presentarla ante la sociedad. Durante la fiesta es muy importante el momento en
que el padrino o madrina designado con meses de anticipación le entrega el
objeto. La quinceañera lo muestra a todos los invitados. Al comentar cuánto me
llamaba la atención el hecho, las mujeres me mostraban su última muñeca en
perfectas condiciones. No sólo había sido importante durante la fiesta sino que
siguió siendo importante el resto de vida de esas mujeres. Decidí hacerle una
muñeca a mi hermana cuando cumplió su tercer lustro. Ahí comenzó la aventura,
la investigación, el descubrimiento de la importancia del juego en la
transmisión de la cultura, de la poderosa herramienta que es un juguete para la
formación del individuo. Elaboro juguetes de tela desde el 2003, en este camino
de expresión, de conservación de tradiciones mexicanas, cada vez fueron complejizándose
mis creaciones, tome cursos de telar de cintura, de tintes naturales, de
costura, de papel. Se volvieron más conceptuales algunas piezas, con la
intención de darle difusión a la diversidad cultural de mi país. Atendiendo el
uso de colores, texturas, expresando mi forma de percibir el mosaico cultural
que me presenta la ciudad de México. Llevando los juguetes fuera del ámbito
infantil, a recordarle al adulto la delicadeza de un abrazo de tela, la
contundencia de un grito en silencio a través de una fibra denunciando
injusticias sociales. Fui reconocida con el primer lugar en la categoría de
juguetes del concurso nacional más importante en mi país. También recibí otros
dos premios relacionados con crear piezas con identidad de la Ciudad de México.
Llegó el momento de dar un salto y llevé el nombre de México al tercer lugar en
la VI Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo. Mi pieza habla de la
lucha entre el aire limpio y el aire contaminado, un móvil de metro y medio con
seis luchadores, las chicas guapas anunciando el combate que se lleva a cabo en
las nubes. Mi quehacer artístico se ha centrado en trasgredir los límites de la
expresión artística a través del juego y los textiles. Recordarle a los adultos
la importancia de reír, de jugar, de levantar la voz, de reflexionar en torno a
la propia existencia.
Mi obra es una expresión lúdica conceptual de
temas profundos tanto personales, como históricos, políticos y sociales con
repercusión actual a través de telas, hilos, alambre, estambres y demás
hilaturas. Llamada de atención a que es posible llegar a la modernidad desde la
tradición. A que un objeto lúdico tiene total cabida en cualquier ámbito, a
cualquier edad. A que el textil nos brinda sensación de cobijo y bienestar,
mismo que es recibido con sólo posar los ojos sobre alguna de estas piezas. Asimismo
es un llamado a conservar el medio ambiente, reutilizamos materiales, recibimos
textiles y los transformamos en nuevas piezas para uso y disfrute de las
familias.